“TRAZOS DEL VIENTO”, DE MIGUEL VALVERDE. Por José Luis Domínguez. La visión del artista plástico, Miguel Valverde, orgullosamente cuahtemquí, en su mural “Trazos del viento” es profunda, alta y simbólica. Rompe con los viejos clichés e innova con esta panorámica sumamente abarcadora. Encima y en primer plano: el águila real que se enseñorea sobre nuestra geografía vastísima; y la grulla canadiense que emprende su vuelo y viaja, en un periplo, desde las tierras aledañas y a orillas de la Laguna de Bustillos, situada ésta, en esta obra, en un segundo plano visual de tonos azulíneos, y nos hace voltear a lo celeste cuando ya hemos oído su graznar, grave y asordinado a la vez, mientras se desplaza hacia las tierras más al norte, traspasando fronteras o cuando ya viene de regreso. Al contemplar a ambas aves, dan ganas de parafrasear a la manera del poeta pobre de Orihuela y decir que hay alas que nos hacen libres, soledades nos quitan, penas arrancan, alas que vuelan, corazón que en los ojos relampaguean. A izquierda y derecha, y al fondo, también en tercer plano, se localizan las siluetas de la hermosa orografía montañosa que rodea nuestro hermoso valle. En la base y en primer plano, como sosteniéndolo todo, unas fuertes y generosas manos hechas de güare de palmilla, alegorizando la amalgama de razas que con su tenacidad y esfuerzo, han dado como fruto el nacimiento de una ciudad progresista como Cuauhtémoc. Miguel Valverde, con este mural donde la clave está en esa sensación de constante movimiento, gracias a la presencia constante de la fuerza eólica, se sitúa hoy entre los artistas plásticos más sobresalientes que han surgido de esta comunidad que ha ido, con el paso de las décadas, estableciéndose como una de las más importantes de nuestro Estado Grande. Enhorabuena por todos nosotros los veedores.
